Wednesday, May 17, 2017

Lo que aprendí con mi primera paciente con diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad



Muy temprano en mi experiencia clínica como estudiante de psicología, descubrí mi interés por trabajar con personas que viven con Trastorno Límite de la Personalidad (TLP).
Descripciones como: afecto cambiante, impulsividad, autodaño, relaciones inestables, disturbios de identidad, coraje intenso y sentimientos de abandono captaron no solo mi curiosidad profesional, pero también despertaron mi empatía y pasión por ayudar. En ese momento no imaginaba la recompensa que me esperaba. No tenía idea que el ayudar sería mutuo, ni sospechaba lo mucho que aprendería de mí misma.
Mi primera paciente, ya diagnosticada, la solicité con intención. Recuerdo que al ver una serie de referidos, noté uno con las siglas TLP e inmediatamente pedí que se me asignara. Mi conocimiento se limitaba al Manual de Desórdenes de Personalidad DSM-IV-TR (Len Sperry, 2003). Con esta base, mi enfoque siempre ha sido el transformar un desorden de personalidad en un estilo de personalidad.
Con mi primera paciente aprendí humildad y trabajo colaborativo. Ella sabía que yo era estudiante y que explorábamos juntas cómo encontrarle significado a su vida; como disminuir el dolor, el enojo y los disturbios de identidad. Aprendí que ser auténtica tenía más valor que pretender superioridad. Aprendí que un modelo psicólogico no es la absoluta verdad; aprendí que entre paciente y terapeuta hay diferentes perspectivas.
Aprendimos y vivimos juntas los beneficios de Terapia de Esquemas, estrategias cognitivas, modelos de Plena Conciencia y hasta estudiamos un poco sobre medicamentos. De esta manera, viajamos juntas por varios años, conceptuando y reconceptuando hasta que llegamos a la Terapia Dialéctica Conductual. De este último modelo, nos hizo sentido la teoría biosocial, las tarjetas diarias, el aprender destrezas y el grupo de apoyo familiar. En fin, aprendimos a continuar moviéndonos en un constante viaje de aceptar y cambiar.
Llegó el momento de separarnos, y la verdad, no sé quién lo temía más. No obstante, la recompensa fue mía al encontrar que ambas estábamos listas. Ambas habíamos crecido, ambas nos habíamos transformado para mejorar.
Con mi primera paciente TLP aprendí a ver la vida con diferentes matices de colores, más brillantes algunas veces, mas oscuros otras. Aprendí también a escuchar sin juzgar, aprendí a validar; aprendí a bailar entre emociones cambiantes sin tomarlo personal. Con mi primera paciente TLP conocí la belleza de la plena conciencia y la importancia de la autenticidad. La recompensa fue mía, no cabe duda. Y hoy en día le agradezco a mi primera paciente con diagnóstico de Trastorno límite de Personalidad, no sólo mi crecimiento profesional, pero mas allá de éste, le agradezco mi transformación personal.

~Nayeli Hernández, M.S

2 comments:

  1. Exito
    Siempre se gana cuando la mente esta abierta a aprender
    Felicidades Brillar con luz propia

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