Desde hace unas semanas, he estado leyendo algunos de los escritos que se han presentado en este foro. Me sentí identificado con la mayoría por no decir con todos, ya sea por experiencias vividas o porque algún conocido pasó o está pasando por alguna situación similar. Desde ese entonces sentí una inquietud inmensa en aportar mi granito de arena contribuyendo con este gran proyecto en el tema de la depresión, que es la condición que más cerca me toca.
Mientras organizaba mis ideas y dilucidar desde qué punto de vista quería desarrollar el tema, decidí enfocarme en compartir estrategias que me han dado resultado en situaciones personales y no como un profesional de la salud.
Cuando comencé a escribir, el primer pensamiento que vino a mi mente fue este juicio tonto e injusto que hacen algunas personas (y que estamos cansados de escuchar) por personas “normales” que entienden poco o nada sobre las enfermedades de salud mental o trastornos del comportamiento. Dice algo así:
“La felicidad es solo un estado mental, si te sientes deprimido es porque de alguna manera u otra no valoras lo que tienes o porque le das más peso a los problemas que enfrentas y no a lo afortunado que eres por todas las cosas buenas que te rodean como familia, amigos, salud, etc. Total, si miras al lado siempre va a haber una persona en peores condiciones y no anda quejándose.”
El que ha pasado por un momento difícil, quizás una situación donde parece no haber salida, o una depresión severa en su vida, sabe que no es tan sencillo plantearlo de esa manera. No soy paciente de salud mental ni de trastornos del comportamiento, sin embargo, he pasado momentos sumamente complicados en mi vida, donde he puesto en duda hasta mi esencia como ser humano. Y claro que me he dado permiso para no aceptar, maldecir, sentirme culpable, triste, abatido, abrumado, frustrado y sin esperanzas. Es saludable hacerlo. Lo que no es saludable es convencernos que no existe salida y luego cruzarse de brazos mientras nos lamentamos y nos cogemos pena. Es en este momento donde, luego de experimentar y exteriorizar todos esos sentimientos negativos, viene la gran pregunta: ¿ahora qué voy a hacer?
Quiero detenerme un segundo aquí porque contestar la pregunta que hice en la línea anterior es una búsqueda individual y sería irresponsable de mi parte querer contestar para todo el mundo de la misma manera. Lo que sí puedo hacer es ayudarte a pensar diferente y darte herramientas o diversos lentes para que analices tu situación desde un nuevo punto de vista.
No pretendo pensar que la depresión se va a “curar” con simplemente pensar diferente, el cáncer tampoco se cura de esa manera. Lo que sí podemos trabajar son las cosas que hacen que mi depresión (o muchas condiciones de salud mental) mejore o empeore, dígase intentar hacer cambios en rutinas como ejercicios, hábitos de sueño, pasatiempos, distracciones, metas y sobre todo nuestra actitud. Se ha demostrado que los pacientes sobrevivientes de cáncer logran superar su enfermedad, en gran medida, por la manera en que enfrentan su condición, con su actitud. Enfocándose en algo o alguien que les da fuerza y motivo para continuar. Pero, ¿para cualquier condición de salud mental o trastorno del comportamiento sería diferente? Por supuesto que no. Créeme, tu actitud hace la diferencia. ¿Y si tengo el deseo de poner de mi parte para ponerme de pie y ser emprendedor pero no sé cómo hacerlo?
Primero, busca ayuda de algún familiar, amigo o profesional de la salud que te ayude a construir, a trazar caminos y buscar soluciones. Contar con apoyo en momentos difíciles ayuda a aliviar la carga. Segundo, descúbrete y conócete a ti mismo. Muchas veces esa búsqueda interna y esas batallas que peleamos en silencio no sabemos cómo abordarlas y simplemente las ignoramos. No es hasta que llega esa situación o problema de gran magnitud que estremece nuestros cimientos y nos presenta ese “reality check” donde parece que todo se viene abajo. Pero ¿de qué otra manera podemos afrontar situaciones saludablemente si no sabemos nuestros límites? Debemos aprender a identificar qué situaciones podemos manejar vs. qué otras nos causan un mayor nivel de ansiedad y en las que necesitemos ayuda de otras técnicas o apoyo de personas conocidas o profesionales de la salud.
Por otro lado, ¿a quién no le gusta el apreciar una buena historia? ya sea narrada, escrita, película, etc. Pues adivina qué, todos podemos escribir e interpretar nuestras grandes historias. Puede ser tan sencillo como plantearlo de esta manera: “poner tus pies en la tierra, tu imaginación en el cielo y trazar una línea entre ambas”, o tan complicado como: “muchos han podido pero yo no puedo”. Todos tenemos el poder de pensar, crear, construir, cambiar, evolucionar y adaptarnos. Lo único que tenemos que hacer es creer que podemos hacerlo y buscar la manera de realizarlo. La pregunta que realmente debes contestarte es: ¿Qué tú quieres?
Una vez escuché una frase poderosísima que dice: “Conseguir lo que quieres es relativamente fácil, el verdadero reto está en saber qué es lo que quieres.” Analízalo bien. Quizás me digas que eso que quieres está condicionado a alguna situación particular, ya sea apoyo de los que te rodean, situación económica, tiempo disponible u otras razones. El éxito no llega de un día para otro ni mucho menos por correo, sino trabajando duro y con disciplina. Pero recuerda, tu actitud es el primer paso.
Enfócate en mantenerte ocupado, planifica proyectos, metas a corto y largo plazo; premia tus logros, busca ayuda profesional u opiniones de amistades y amigos que puedan contribuir a la solución de situaciones. Vive con propósito. Vive con pasión. Pertenece a algo más grande que tú mismo. Dedícate a servir y verás como tarde o temprano cambia la marea.
Antes de finalizar, quiero compartir contigo un video que ilustra cómo una buena actitud hace la diferencia:
No quisiera concluir sin antes expresar mis respetos hacia los organizadores de este foro, quienes son los que hacen que este proyecto suceda, y a los colaboradores y escritores quienes tienen la valentía de dar un paso al frente y compartir detalles íntimos para servir de inspiración y motivación a otros. ¡Bendiciones!