Wednesday, May 10, 2017

Lo Mejor de mi Diagnóstico de Salud Mental





Ser paciente de salud mental suena como algo aterrador, pero no lo tiene que ser. Aunque el diagnóstico inicial puede venir acompañado de muchos sentimientos encontrados, con el paso del tiempo y el aprendizaje se puede lograr ver una luz al final del camino y muchas ventajas de ser “diferentes”. Luego de muchas batallas ganadas y perdidas, puedo decir que le doy gracias a Dios por mi condición.

Aceptar el diagnóstico de Bipolaridad y luego el de Desorden de Personalidad Limítrofe (BPD), no fue fácil. No voy a tratar de minimizar el golpe que ocasiona enterarse de esto ya que es como cualquier otro padecimiento (aunque muchas personas no lo vean así). Mi reacción, al principio, fue incredulidad, pero lo peor del proceso es el aspecto farmacológico para encontrar los medicamentos adecuados y conseguir un buen psicoterapeuta. Luego de encontrar estas dos claves para el tratamiento, lo demás es más fácil (o menos difícil).

¡Pero comencemos con lo positivo!
Mis condiciones me hacen sumamente sensible a las emociones o sea que cuando estoy feliz, no hay nadie más feliz que yo y cuando amo, lo hago desmesuradamente. ¿A quien no le gustaría ser SUPER feliz o estar SUPER enamorado?

Mis relaciones de pareja han sido escabrosas, pero he sido inmensamente feliz en ellas, en especial ahora. Luego de ser diagnosticada y boicotear mi tratamiento por desconocimiento, tuve que ser hospitalizada y “reseteada”. Con esa experiencia crecí, como paciente y como persona. Hablar sobre mis debilidades en terapia individual y grupal me hizo ver los errores que estaba cometiendo así como todo lo que he estado haciendo bien. Aprendí a compartir mis emociones y sentimientos y a explicarlos hasta el cansancio para ser escuchada; no para que me entiendan, sino que sepan cómo me siento y porque. Al poner esa destreza en práctica, logré que mi esposo entendiera que al yo ser paciente, él es parte de mi proceso de recuperación y también necesita herramientas para lidiar conmigo.

Asimismo, la relación con mis hijos se ha fortalecido porque ser abierta con ellos sobre mi diagnóstico, los ayudó a entender que muchas cosas son más difíciles para mi de controlar (como el sarcasmo y los corajes), pero escucharlos, aconsejarlos y guiarlos es más fácil.

Por otra parte, en otras relaciones de amistad y en el ambiente laboral, puedo ponerme fácilmente en los zapatos de los demás y ser empática; esto me motiva a querer brindar ayuda a quien la necesite.

Soy maestra de escuela superior y he sido testigo de adolescentes con problemas que van más allá de una F en un examen. En estos catorce años de magisterio no he enseñado solo reglas y destrezas de lectura, he enseñado a mis estudiantes a pensar, a escuchar efectivamente y a ver el lado positivo de no ser excelente en todo.

He servido de confidente y amiga de mis estudiantes y, en más de una ocasión, los he guiado a aceptar ayuda alertando a sus padres sobre situaciones de cuidado como pensamientos suicidas y de automutilación. Me siento feliz de poder ver las cosas como paciente y no solo como maestra, ya que esto me ha dado las palabras correctas para motivar y llevar a mis estudiantes y sus padres de la mano.

Me siento útil cuando puedo aconsejar a otros y validar sus sentimientos aún cuando ellos piensen que éstos son negativos.

Mis altas en ánimo me convierten en una persona sumamente activa y productiva en el trabajo (aunque termine con las baterías agotadas). Siempre tengo que observar más de cerca cuando esto sucede porque me puede llevar a hacer compromisos excesivos y que luego no pueda cumplir. Pero he logrado muchas metas tomando ventaja de estos episodios mánicos (como se les conoce clínicamente en la bipolaridad).

No voy a esconder que cuando estoy molesta, triste o deprimida la reacción también es fuerte y a veces casi intolerable, pero aprender a manejar las emociones y adquirir destrezas para la regulación de éstas en terapia, me ha ayudado mucho.

Si aprendemos a ser asertivos en la comunicación, se puede llevar una conversación que, aunque sea incómoda, tenga buenos resultados; como dice mi terapeuta: “lo importante es no empeorar la situación.”

Para sacar el máximo de nuestra condición hay que tener en cuenta algunos puntos:
  • Si somos pacientes (de salud mental) debemos entender que como con cualquier enfermedad es importante el seguimiento y la constancia en el tratamiento. A veces no queremos ir, pero debemos obligarnos.
  • No es necesario que todo el mundo entienda lo que nos sucede, es importante que lo sepan (informarlos).
  • Es nuestro deber dejarle saber sobre la condición a las personas mas allegadas, orientarlos nosotros o pedirle a nuestro doctor que lo haga.
  • Conocer nuestros detonantes para no exponernos a ellos es importante, y cuando no podamos evitar alguno, planificar una “salida o escape” usando nuestras destrezas.
  • Llevar un diario escrito o digital facilita el aprendizaje sobre nosotros mismos y nuestra condición.

La vida no es color de rosa para nadie, pero está en nuestro alcance hacernos de herramientas que nos faciliten el camino. Para mí y muchas personas cercanas era imposible pensar que yo, una mujer que había estudiado, madre y con un trabajo tan estable, podía padecer de una condición mental. Pero nadie está exento y como dije al principio, ahora lo puedo ver como una bendición.

KML

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